Cuentos, pensamientos, reflexiones y accidentes neuronales.

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El Olvido del Mañana – Pt. 1

«Tengo mil recuerdos agolpados en mi memoria; no recuerdo cómo llegaron ahí. No recuerdo haber caminado esos pasos; no recuerdo haberme levantado de mis caídas. Tengo mil recuerdos agolpados en mi memoria, y novecientos noventa y nueve no son míos».

– Edyl

Abrax despierta una mañana sintiéndose renovado. Observa por la ventana y ve a la ciudad; se maravilla una vez más por su magnificencia, ve el resplandor del sol reflejándose en los altos rascacielos, se sorprende por las altas estructuras de cristal, y sonríe, embelesado, por esa visión que nunca deja de cautivarlo.

La ha visto a diario por los últimos seis años, y hoy es la segunda vez que la observa.

La puerta se abre a sus espaldas; Edyl, esa chica delgada, con un tatuaje en el dorso de la mano izquierda, lo saluda amablemente.

«Es la misma chica de ayer; está de vuelta, tal y como prometió», piensa Abrax, complacido. Ella tiene un toque de elegancia en su andar, algo de finura en sus facciones, y un pequeño atisbo de alcurnia en sus movimientos. Y sin embargo, viste con ropas sencillas y su acento no suena presuntuoso.

– Buen día. ¿Qué tal la vista hoy?

– Deslumbrante. No deja de sorprenderme. Aquel edificio de allá, junto a las tres torres puntiagudas, ¿cuál es?

– ¿El alto en forma de cuña? Es la Torre Synergy. No es el más alto del distrito. Hay uno más alto hacia el poniente, el Consorcio Triven.

– ¿Más alto que ese?

– Fácil, como el doble de alto. Y hay otro más alto, muy al sur; la Atalaya de Kravatech. Algunos días no se logra ver en dónde termina, según el clima.

– Ya veo. ¿Es de tecnología o algo así?

– Neurobiotecnología, sí. Son las facilidades más avanzadas que hay; trabajan con…

Edyl guarda silencio unos instantes. Observa nerviosamente a Abrax. Voltea hacia el piso, luego a la ventana, y se apresuró a añadir, fingiendo que haa sufrido un olvido momentáneo.

– … te ayudan a curar algunas enfermedades relacionadas al cerebro, o algo así. No estoy muy enterada.

– Entiendo – comenta Abrax, aún atrapado en la visión afuera de la ventana. – Dime, ¿ya saben algo de… ?

Edyl, que en ese momento acomoda unas flores sintéticas en un jarrón de fibra de zinolámica, titubea de nuevo.

– Bueno… creo que nada. O por lo menos no nos han informado de ningún hallazgo importante. Nada, números o nombres o direcciones, nada. Pero no te preocupes, siguen buscando y tan pronto encuentren algo te lo harán saber.

– Comprendo. ¿Cuál es tu nombre, de nuevo?

– Edyl.

– Edyl. Gracias. Dime Edyl. ¿Te puedo hacer una pregunta?

– Sí, por supuesto. Lo que guste, mi señor.

– ¿Ésto es… el futuro?

– ¿Disculpe?

– El futuro. Ya sabe… es decir… el día de mañana, o dentro de mucho tiempo… no sé, lo que aún no sucede. Lo que todavía va a pasar y… está más avanzado, más… lejos del presente, como si el presente fuese un pasado…

– Me temo que no comprendo…

– Bien… digamos que el hombre prehistórico es el pasado… y luego tenemos la Edad Media y… luego la Revolución Industrial… a lo que me refiero es… para ellos, si ellos pudieran ver hacia el frente, esto sería el futuro… ¿no?

– Sí… supongo que sí.

– Entonces, sí, es el futuro, ¿verdad?

– Pues, asumo que somos el futuro de cualquier momento pasado, sin importar qué tan remoto sea.

– Sí… sí – dijo Abrax, con un dejo más de resignación que de satisfacción por la respuesta. – Siempre seremos el futuro de lo que quedó atrás.

– Mi señor, ¿hay algo que le preocupe, o le moleste en particular?

– No realmente. Edyl, ¿verdad? No es realmente un problema. Es solo esta sensación de… no saber…

– Lo entiendo.

– No, no creo que lo entiendas.

– Sí, lo entiendo. Antes de trabajar aquí, yo fui una paciente, como usted. Sé lo que siente. Sé cómo se siente. Solo no estaba segura de si hablábamos de lo mismo.

– Entonces, sabes que tengo que salir de aquí. Que tengo que ver el mundo, explorarlo, verlo por mis propios ojos.

– Eso es imposible, mi señor. Por ningún modo o bajo ninguna circunstancia puede usted abandonar estas instalaciones.

– ¿Oh? ¿Y por qué es eso?

– Por ser… usted sabe… quien usted es.

– Eh… no; me temo que no lo sé.

– Abrax.

Abrax observa a Edyl un instante. Hace una mueca negativa, como dejando claro que el nombre no le tenía por qué sonar familiar. Edyl lo observa en silencio. Decide que la bandeja que llevaba en las manos no es importante en ese momento.

– Usted es quizás el criminal más buscado de los últimos 15 años.

– Yo soy… ¿qué?

– Está aquí no solo por su seguridad, mi señor. También para seguridad de…

– ¿De?

– Bueno, pues… de todos.

– Oh.

Abrax guarda silencio un instante; entonces, voltea. Observa por la ventana y ve a la ciudad; se maravilla una vez más por su magnificencia, ve el resplandor del sol reflejándose en los altos rascacielos, se sorprende por las altas estructuras de cristal, y sonríe, embelesado, por esa visión que nunca deja de cautivarlo.

La ha visto a diario por los últimos seis años, y hoy es la segunda vez que la observa…

Fin de la Parte I.

– Dark Söul