Cuentos, pensamientos, reflexiones y accidentes neuronales.

Experimentexto

Consejos y confesiones (para cuando emprendas el camino).

Horizons

Nunca se sabe cuándo serán de utilidad…

Hola. Eres una persona especial y sumamente invaluable. Y debo referirme a ti con estos términos. Siempre tómalo de la mejor forma posible. Siempre. En todos los casos.

Todavía no existes, y probablemente no lo hagas. Quizás ya exististe y dejaste de hacerlo. O quizás sí y tienes otra forma, y otra cara, o quizás seas alguien que ya conocí hace mucho tiempo. Quizás seas alguien que conozco actualmente, o alguien a quien dejaré de ver. Quizás… ni siquiera nos conozcamos.

No importa. Quería decirte algo. Este es tan buen sitio y momento como cualquier otro, de modo que esto es universal y atemporal. Puedes volver a leerlo cada vez que lo desees. Puede que también aplique para cada sitio del mundo en el que te encuentres, asumiendo que tienes un mundo entero para recorrer.

Pues bien. Si haz de caminar, o por si solo saldrás de casa una que otra vez… O por si no planeas salir.

Cada que salgas de casa, asegúrate de voltear a verla una vez, al menos esa vez, y no volver a voltear. Camina con la vista al frente, pues el andar es incierto y no sabes todos los caminos.

Si te es posible, toma un vaso de agua y dedica un momento a ver el mundo a través de él. Mira esa nueva perspectiva. Observa como las cosas duras, como el cristal, cambian igual las cosas que las cosas suaves, como el agua.

Imagínate que a tu paso suena música para ti. La música que te dice cómo está el día, y qué esperar a la vuelta de la esquina. Pero no escuches siempre la misma canción; haz el cambio en tus pensamientos, cada que puedas.

Si caminas detrás de alguien que no tiene tanta prisa como tú, solo pásalos dejando de lado la descortesía. Puede que no tengan prisa, o puede que justo en ese momento estén pensando en cómo resolver sus vidas. Puede que hayan recibido una mala noticia, o puede que estén a punto de terminar sus días. Solo, pásalos. Y no voltees a verlos si no tienes que hacerlo.

Siempre toca la hierba. Y alégrate de que esté ahí. Ella no sabe de planes ni grandes intenciones; solo hace lo que sabe. Vivir. Y lo hace perfectamente; mejor que muchos de nosotros.

No pierdas el tiempo buscando formas en las nubes; es inútil, no sirve para nada. Nadie descubrió el hilo negro encontrando formas en las nubes. Pero alégrate si están ahí, porque ellas no saben de necesidades, y hacen lo que mejor saben; guardar el agua para los momentos de calor. Y lo hacen perfectamente, mejor que muchos de nosotros.

Siempre busca al ave que canta a tu paso. Búscala con tus ojos, y si la encuentras, detente, obsérvala un instante, y entonces prosigue tu camino. El ave sí sabe lo que hace, pero no lo hace por ti. Lo hace para sí y para los suyos.

Si hay gotas de rocío sobre las hojas, acércate a verlas al menos un par de segundos. Ve cómo se sostienen a la hoja, observa cómo se necesitan mutuamente; date cuenta de cómo los delicados y frágiles pétalos o briznas de hierba son lo único que separa a la gota de rocío de fundirse con la tierra para nunca volver. Entiende que se necesitan. Y entonces, prosigue tu camino y deja al rocío quedarse en la hoja o deslizarse hacia la tierra. Y lo que suceda, estará bien.

Si te gusta una canción, cántala, y cántala, y vuélvela a cantar, y mañana también, y al día siguiente también. Y un día podrás cantarla como es, y descubrirás que has aprendido la nueva habilidad de cantar justamente esa canción que te gusta. Y te sentirás muy bien contigo mismo, y desearás que alguien más te escuche hacerlo. Y perderás un poco el miedo, y te desharás un poco del temor al ridículo, y querrás compartir entonces algo bellísimo: tu voz. Y habrá quien te lo agradezca, y lo motives, y comiencen a cantar sus propias canciones, porque tú les habrás enseñado a vencer el miedo y a trabajar duro para conseguir esa pequeña recompensa que vale por un logro de toda una vida.

No eres responsable de los males del mundo, y no es tu responsabilidad repararlos. Pero sí es tu deber no empeorar las cosas. No le des lo que tú necesitas a todo aquel que lo pida; muchas veces, están mejor que tú, y casi siempre, están perfectamente capacitados para hacer lo que tú haces. Tu esfuerzo vale y tus resultados son tuyos; déjalos experimentar el fruto de su esfuerzo y deja que sepan lo que se siente disfrutar lo que uno se ha ganado. Pero, eso sí, procúrale agua al sediento en todos los casos, siempre, cada vez que puedas.

No sonrías si no tienes que hacerlo. Cuando sonrías, no lo ocultes. Pero aprende a discernir cuándo debes sonreír y cuándo no. Lo mismo cuando rías; lo mismo cuando llores.

Siempre aprecia ese paso que alguien más da para poder llegar al lugar en el cual suceden las cosas que tú necesitas. Y asegúrate de decir que lo aprecias. Así construyes un camino para que esos pasos sean, en el futuro, más fáciles. Y la gente querrá recorrer de nuevo ese camino.

Alguna noche, cada cierto tiempo, dedícate a ver las estrellas que parecen no formar parte de ninguna constelación conocida. Las constelaciones conocidas ya han sido visitadas mucho tiempo por nuestros ojos. ¿Qué hay de las demás? También brillan, y son tan importantes como las otras, aunque no estén en los grupos populares ni sean la sensación del momento. Todas importan, por igual.

Y un día, cada cierto tiempo, haz conciencia sobre las cosas que no puedes ver gracias a la luz que baña el firmamento. La luz del sol es de lo mejor que nos puede pasar, pero a veces, solo bajo su ausencia, notamos las pequeñas cosas que brillan y de las cuales no podemos percatarnos cuando todo parece estar iluminado. El bienestar suele ser cegador de cuando en cuando; a veces, solo descubrimos las otras pequeñas cosas a media oscuridad. Y valen lo mismo…

Alguna vez ponle la mano en el hombro a alguien. Solo porque sí. Y sonríe mientras lo haces.

Alguna vez dale un abrazo a alguien. Solo porque sí. No tienes que sonreír al hacerlo.

Alguna vez, recuerda qué te hizo comenzar a caminar, por principio de cuentas, y trata de mantener siempre presente qué te hizo seguir caminando aunque el cansancio parecía agobiarte. Y una vez más, no vuelvas atrás la mirada. Porque allá atrás también está la razón por la cual emprendiste en primer lugar el camino. Y tener a donde volver es bueno, pero tener a dónde llegar es siempre mejor. Es siempre mejor.

Se dice mucho sobre tomar el camino difícil y no el fácil, pero nunca se ha dicho completo. Toma el camino completo que te fortalezca, porque también hay un camino difícil que te disminuye. Si sientes que esto sucede, está bien detenerse, descansar o hasta volver unos pasos atrás. Pero asegúrate de tener la suficiente sabiduría para notar si estás ya en el camino que hará de ti menos de lo que eras antes, porque de ser así, es tu deber salirte de él y tomar el otro camino. El que te hará mejor. Es tu deber, sí. Te lo debes. A tu misma persona.

Mientras tanto, nunca olvides voltear a veces a tus lados. Ve el paisaje y disfruta lo que hay. Y también dale un vistazo a los que caminan a tu lado. Algunos parecen ser viajeros menos experimentados y podrás aconsejarles sobre las dificultades del camino. Otros llevan más camino recorrido; obsérvalos humildemente y aprende cuanto puedas de ellos. Luego, sin que ellos sepan por qué, dales las gracias y prosigue tu jornada.

Y si algún día, por alguna razón tu camino se divide en dos, y sientes la obligación de tener que decidir por uno de ambos caminos sintiendo que no te habías preparado para ello… si sientes que de pronto tienes la forzosa necesidad de tomar una de ambas alternativas sin que nadie te hubiese dicho que iba a ser así, y por lo tanto, sin tener la menor idea que esperar… entonces, está bien detenerse, hacer un alto en el camino, observar el paisaje, y evaluar los horizontes frente a ti. Pero, atención. Que no se te vaya la vida en esto: tarde o temprano tendrás qué decidir, y más te vale que sea temprano. No puedes dejar que transcurra demasiado tiempo, o tendrás que decidir por obligación y compromiso, en vez de elegir por saber que uno de esos dos caminos es el tuyo, por la aventura, por el destino, por lo desconocido. Si te quedas demasiado tiempo en la encrucijada, alguien más caminará de ida y vuelta y no habrá entonces sorpresas y misterios, porque las oportunidades no se pierden; las toman los que deciden caminar. Está bien pensar con calma, pero no dejes que tu calma se apodere de ti y acabe con el momentum de tu travesía. Y si no puedes decir porque no tienes la habilidad de ver el futuro, o de comprender las consecuencias, del mismo modo toma un camino, y camínalo, que de cualquier modo, no es lo mismo conocer el destino que caminar el camino. Y si no conoces el destino y no tienes idea de cómo será el camino, entonces, toma un camino y recórrelo. De otro modo, te perderás las cosas buenas y malas que tendrá ese camino… del mismo modo que los tendrá el otro. Y el miedo no es un factor de peso o una razón para no tomar una decisión, o bien, para detenerse o echarse para atrás.

Y si el miedo es demasiado, y luce abrumador, y el horizonte adelante de ti está lleno de nubes negras de tormenta, y las montañas antes azules y turquesas ahora se ven oscuras y afiladas, como colmillos saliendo de las entrañas de la tierra, entonces, solo tienes que poner en una balanza tus prioridades y hacer conciencia de lo siguiente:

Valor no es carecer de miedo. Valor es enfrentarse a tu temor sabiendo, de todos modos, que puedes fracasar, pero que no por eso dejarías de intentarlo. Si no tienes valor, finge que lo tienes y enfréntate a la tormenta; bien dicen que nadie notará la diferencia. Y si tienes demasiado miedo, solo recuerda que el valor consiste en tener miedo, y aceptar el miedo… pero saber reconocer también que hay cosas más importantes que tu temor.

Cuando sepas a conciencia esto, no habrá obstáculo suficientemente grande para ti en ese, ni en ningún camino. Y cuando llegues a tu destino, podrás por fin voltear atrás y sonreír. Y si algún día decides caminar de vuelta a casa, verás que el obstáculo no era tan grande, ni tan atemorizante, porque ahora frente a ti no habrá nubes oscuras ni montañas afiladas, sino valles, suaves colinas y un sol para guiarte de vuelta a tu cuna. Solo, si algún día decidieras volver a ella.

Te confieso que el camino no es tan emocionante como en los cuentos de aventuras. Pero lo puedes hacer así, y al final, lo que importa es cómo cuentes tu propia historia. ¿Con pesar, rencor y amargura? ¿O emoción y pasión de una aventura?

Y sin embargo, habrá ocasiones en que el camino te de sorpresas absolutamente inesperadas, y bien valdrán la jornada por días y días de camino. Y tendrás anécdotas para contar. Y podrás compartirle a otros no solo la emoción del viaje, sino los conocimientos y las glorias y desventuras de él, porque una aventura sin contratiempos ni tormentas ni noches de invierno es simplemente… demasiado aburrida. Nadie quiere que el héroe salga de casa y llegue a su destino sin enfrentar a sus peligros. El héroe que se construye a sí mismo mediante la conquista de sus adversidades es el más grande héroe de todos los tiempos. Por favor, sé ese héroe. Y se contarán leyendas y se cantarán canciones sobre ti.

Te confieso también que habrá días en que sientes que la soledad te abruma y que el paisaje alrededor luce más desolador y solitario que nunca. Es necesario que camines igual, porque si te quedas en el mismo sitio, la soledad seguirá rodeándote, y si te detienes antes de cruzar, la soledad seguirá adelante de ti. Los demás, créeme, avanzarán y cruzarán, y en un camino en donde nadie se detiene, no puedes darte el lujo de esperar a que las cosas cambien. No lo harán. Cruza, porque de todos modos, es necesario que experimentes lo que es no tener a nadie, para luego poder apreciar y valorar lo que es por fin encontrarte con las personas y caminar lado a lado con ellas. De otro modo, las considerarás un estándar y darás por sentado que siempre van a estar ahí. Y créeme; si hay una constante, es que la gente se va. Puedes elegir verla partir, o seguir caminando para estar un poco más de tiempo a su lado. Pero, de nuevo, créeme. Las personas se van. No pueden evitarlo, no puedes detenerlo, y no tienes porqué sentirte mal por ello. Es, simplemente… lo que es. Y eso está bien.

Cuando comprendas que las personas se van, entonces apreciarás cada pequeño minuto, cada minúsculo segundo en que tienes oportunidad de compartir la aventura con la gente que te rodea. Nunca sabes cuándo el camino terminará bruscamente para alguno de ellos; no sabes si terminará para ti, y los demás querrán recordarte con la persona que nunca se detuvo ni aminoró su paso, sino la que, en algún momento de sus vidas, incluso las animó a seguir caminando, incluso cuando ya estaban cansados y no veían el propósito de seguir caminando. Es más… habrá quien corra para poder alcanzarte y caminar a tu lado. Si lo hacen, de nuevo, da las gracias.

Y, hey, de todos modos, cuando llegues a tu destino, recuerda que puedes voltear hacia cualquier dirección, y en el horizonte en donde se posen tus ojos, ese podría ser el nuevo sitio a conocer. Uno nunca llega realmente al final, excepto, justamente, al final. Pero siempre puedes decidir, si el ocaso se acerca, volver a casa y platicar con los que se quedaron, ya sea en casa, o en el camino. Nunca los olvides; a veces ellos pueden ser tu fuerza motriz. Como tú la de ellos. Solo recuerda… para poder volver a casa, tienes que haber cruzado la puerta de la misma. Porque la aventura yace en el camino hacia cualquiera que sea tu destino. Es cierto que el destino al que te diriges vale la pena, pero muchas veces,  tan solo la senda que te lleva a él vale lo mismo o más que tu meta. Y recuerda que el camino no es siempre el mismo de vuelta, si es que decides un día volver a casa. Serás más fuerte, serás más paciente, serás más culto, serás más sabio. Serás una mejor versión de ti mismo.

Y, por último… sí, lo que dije es cierto; es cierto que las personas se irán, pero eso no será pretexto para no vivir lo que tienes que vivir con ellos. No temas a las consecuencias de vivir; no vivir sería mucho peor. Experimenta con ellos todo lo que deban experimentar juntos; cae y tropieza junto con ellos, aprende a ver la tierra de cerca junto con ellos, aprende a observar el cielo desde abajo junto con ellos, toma decisiones con ellos, cruza puentes con ellos, enfádate con ellos, reconcíliate con ellos. Aprende a ver más allá de las apariencias, las primeras impresiones y los juicios apresurados; aprende a quitar etiquetas y no poner títulos a todo; aprende a no querer encajar todo en una u otra categoría. Cada quien es lo que es, como tú lo eres, y cada quien lleva su propia lucha; cada quien ha salido de casa, cada quien intenta llegar a su destino y hay muchos que no saben si al final del día tendrán un hogar al cual volver. Es más, muchos posiblemente no sepan si vale la pena llegar al destino con el cual han soñado. Cada quien vive, goza y también sufre día a día. No tienes que entender a todos, pero no tienes que cargar con pesados juicios que solo son lastres y alentan tu camino, cansan tus hombros y espalda y te dejan marcas que cuesta mucho quitarse. Piensa que cada uno es un viajero… y que cada quien, tarde o temprano, será una mejor versión de sí mismo. Como tú, ahora lo eres de la persona que eras antes, y como lo serás cuando tu jornada llegue a su siguiente punto de descanso.

Y… ¿sabes? Está bien, está perfectamente bien si un día decides no salir de casa, y no cruzar la puerta… Y está bien si un día decides solo asomarte por la ventana, y veas ya solo un deslumbrante y cálido sol de mayo, o una tarde gris, oscura y húmeda de noviembre. Hay algo dentro de nosotros que nos permite viajar sin movernos, aunque los paisajes siempre suelen ser menos diversos mientras menos hemos caminado. Pero, está bien. Todo está bien. Y si no, todo estará bien. Mucho sol también lastima, como no todas las tardes tienen que ser grises. A veces se está bien en casa. A veces se está cómodo ahí, esperando en el sillón, o en la cama. Pero… no olvides que muchas de las mejores cosas suceden fuera y lejos de ella. A veces, nuestras mejores sorpresas, experiencias y enseñanzas ocurren justo después de un tropiezo, o justo cuando estamos más cansados. Así que… sí, está bien quedarse en casa. Pero un día, levántate, y sin pensarlo demasiado, comienza a caminar; da un paso, luego otro, luego unos cuantos más, cruza el umbral de tu puerta, sal de la sombra de tu techo y ve el camino que hay al frente. Y, de nuevo, sin pensarlo mucho… camina. Llega hasta ahí donde estás viendo, y cuando llegues, pon los ojos en otro sitio, y llega ahí de nuevo. Y cuando llegues, mira un poco más lejos en el horizonte. Y camina… y no te preocupes, tú sabrás con certeza hasta dónde y cuándo detenerte. Pero de nuevo, no voltees atrás por mucho tiempo.

Está bien tener miedo, ¿sabes? Está bien. Es normal. Es natural. Es necesario. Nos permite seguir; nos permite mantenernos en el camino y nos permite continuar con vida. Está bien si tienes miedo o si por momentos sientes que la inseguridad o la ansiedad se apoderan de ti. Es normal. Toda lucha que vale la pena es difícil y solo teniendo miedo nos percatamos de las adversidades. Un viajero confiado puede caerse al cruzar el primer puente. Alguien con miedo sabrá sujetarse del barandal o de las cuerdas o del borde de las piedras. Pero, una vez más… recuerda que el miedo no es pretexto ni excusa para dejar de hacer algo. Tener miedo no puede ser la razón para no intentar algo.

Si has llegado hasta aquí, muchas gracias. Gracias por tu paciencia y aprecio tu interés. Recuerda que no deberías considerar los caminos, ni las desviaciones, ni las decisiones, en términos de «correcto o incorrecto». Solo son aprendizajes que cuestan más que otros pero que dejan más experiencia que otros. Mantén siempre la vista al frente, y no te detengas más que para admirar cuánto has avanzado y qué tan lejos has llegado; recuerda que cada paso que te aleja de tu origen es un paso que te acerca más a tu destino. Camina. Viaja, observa, disfruta… y camina.

Y, un día… cuéntanos tu historia, porque muchos podremos, y querremos, aprender de ella. Y cuando ese día llegue, por favor, comparte a los demás lo que has aprendido, y al mismo tiempo, deja que los demás caminen y aprendan por su cuenta. Y así, todos tendremos historias para contar y habrán libros por escribirse.

Y todos queremos tener algo que contar.

Siempre al frente, y hasta siempre. Que el horizonte sea justo lo que necesites, y que el viento sople a tu favor mientras camines.

Buen viaje, tanto si existes, como si no; tanto si nos conocemos, como si no. Tanto si nos hemos cruzado en el camino, como si aún nos habremos de cruzar, por primera vez, o una vez más después de mucho tiempo.

Y cuando nos veamos… digámonos «buen viaje». Si caminamos juntos un momento, bien. Si no, la mejor de las jornadas para ti. Y que llegues siempre con bien a tu destino.

Dark Söul D’ Inxfenrir VII


Ok Time.

reloj-de-agua

I saw the future

and it was the past.

Present is ok.

 – ds


Kind of November…

Clouds are moving, the wind’s whispering,

Gray days are coming. And I still remember.

It feels kind of November

which dark clouds above

and roaring winds around;

empty hands and emtpy sights,

staring into nothing and watching the nightsky.

It feels kind of November;

time of misfortune and thunder;

breaking the ice just made it colder,

and feeding the warm made winter stronger.

It feels kind of November,

with memories fading

when feelings get tender;

no changes of luck

since we are not luck benders.

While singing may help

to ease the soul hunger

but wisdom comes not

for the heart is younger.

It feels kind of November,

red suits are dancing,

my hands are now shaking,

I try to move on

as my spirits keeps waiting;

wide is the path

but my burden isn’t light.

Shall I keep carrying it

‘till it becomes part of me?

Because

it feels kind of November.

Days are cold, nights are now colder,

my spirit is young, my heart is now older;

I wanted to fight this war as a soldier

it turned out I wasn’t a conquerer.

I vanish myself between past and today,

And vanish forever as the future I slay.

Because

it feels kind of November,

No moon rises tonight in this land,

no more road partners to hold my hand

emotional traces is all that I see

no one to blame, because it was me

the one who tried to break the cold ice

and in the process could open the eyes

just to discover I didn’t get all;

for here lies the path of the gray lonely wolf.

It feels kind of November.

And I’m getting old.

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– Dark Söul


Escuchamos de cierto.

Dicen, cuenta una leyenda

(lo escuché de cierto)

que de los profundos bosques fríos

venía un canto lejano, de otros tiempos;

que en sus voces antiguas hablaba

de una extraña profecía

que no me atrevo a repetir.

Dicen, cuenta una antigua historia

(lo escuché de cierto)

que de una cañada ancestral

salió un día un lamento

que se remontaba a días pasados;

que en este antiguo llanto

se mencionaba el día del mañana

como si ya hubiese acontecido.

Contaban los libros viejos

(lo escuché de cierto)

que de antiguos parajes y senderos

y de lugares olvidados de las montañas

se levantó un día un eco ensordecido

que recordaba a una voz que ya había callado

que tuvo en algún momento

una gran verdad que nunca debió haberse perdido.

Yo no sabría decir,

pero lo escuché de cierto.

Que una lágrima vertida en otros tiempos

tiene un eco que resuena aún,

y es un misterio.

Lo escuché de cierto.

  • DS

Debajo de Árboles Negros.

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Hay una lectura pendiente

que debiera volver a tomar;

tiene mi libro en el frente

una puerta que me hace soñar.

Veo destellos de luz

que débiles se asoman

con el mismo andar que tú.

Entonces grito

con impaciencia,

Tengo un rito

que me atormenta.

Mírame,

déjame,

vuélvete.

Nueve, siete, cinco, tres, o un once;

marco el calendario con total desdén,

mato al otoño con lanza de bronce,

tomo al invierno como frágil rehén.

Pero si vuelves mañana,

me lanzaré a la pradera,

te mostraré la sabana,

yo encontraré la manera.

Entonces me cantas,

amable y sonriente,

yaciendo entre plantas

absorto y ausente.

Debo volver,

fuerte, tenaz,

quiero volar,

ágil, audaz.

Vivo,

muero,

sueño…

leo.

Pero entonces recuerdo que leo,

despego la vista de mi libro,

debajo de árboles negros,

y me pierdo una vez más en sueños.

Y,

tú…

no.

Dark Söul