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Digresiones de un Lobo Inexperto – Pt. 2

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Llegarán los días de júbilo,

y de gloria y gozo,

pero para ello, hay que vagar por el desierto

durante un cierto tiempo.

Hasta que transitemos por tierras yertas

sabremos apreciar

el verde pasto bajo nuestros pies

si es que volvemos a hallarlo.


 

Recuerdo un sueño trágico en una tarde calurosa y gris, sin luz, sin ruido.

Un sueño de llanto y desesperación, y de frustración. De esos de sentimientos de pérdida,

en la que lo más tangible y persistente es la impotencia y el verse vulnerable contra las adversidades.

Era un sueño de los que te hacen abrir los ojos con la sensación de que despertar no nos trae ningún alivio;

como si despertar no fuese de ningún modo una cura para el malestar durante el sueño.

 

Sé que hay sueños trágicos de los cuales es posible despertar sin aliento,

con lágrimas en los ojos y con la voz quebrada,

y sé que si no hay nadie cerca para decirnos que «todo está bien, solo ha sido un mal sueño»,

ese sueño podría perseguirnos durante muchas tardes como esa;

tardes calurosas y grises, sin luz, sin ruido.

 

No sé cuántos sueños falten así, o cuántas tragedias se escondan todavía

en los vastos e interminables campos de lo onírico.

Sé que no se puede estar siempre ahí para decir «solo ha sido un mal sueño»,

pero al menos, espero que esas palabras hayan sido útiles en su momento,

cuando de un sueño de tragedia y desesperanza

nos levantamos sin voz, con lágrimas en los ojos,

con la certeza de que algo se ha roto por dentro nuestro.

 


 

Corrí mil kilómetros en la misma dirección

y al voltear atrás, nunca supe cómo, 

había cruzado un abismo insondable.

Quizás de tanto correr volé

y en mi esfuerzo y determinación

no supe que había dejado de tener

los pies sobre la tierra.

Pero, 

¿no es así como comienzan los sueños?

¿Despegándose del suelo

de cuando en cuando?

 


 

 

De todas las veces que me he caído de la luna

ésta, sin duda, ha sido la más gratificante.

A media noche, sin cielo ni tierra,

pude comprender por fin la grandeza del océano

y me sentí pequeño mientras esperaba su abrazo.

Ya ni sé si estaba despierto o dormido

al momento de sumergirme en la líquida oscuridad.

 


 

 

No hay resplandores de sol

debajo de las piedras

a mitad del camino polvoriento.

 


 

 

No siempre se puede respirar bajo el agua

por más fresca y cristalina

que sea el agua del estanque.

 


 

 

Cuando atrapes entre tus dedos el sonido estruendoso

el escándalo insoportable, los truenos ensordecedores

de las pisadas de un gato,

solo entonces realmente verás el mundo como yo. Y me entenderás.

 


 

 

Dejo en paz mis digresiones,

pues otros pasos vienen detrás de mí

y quiero dejar espacio a la sombra que proyecto.

 


 

 

Dark Söul D’ Inxfenrir IV